domingo, 19 de septiembre de 2021

MACHACAR EL CRONO



Llevaba una semana trastornado, inquieto, más activo de lo habitual. Sensaciones olvidadas se habrían paso entre las telarañas de la rutina, se sacudían el óxido del abandono, qué digo, se encendían con los rescoldos de una Previa que no se había sabido reconocer como lo que era, hasta que, una semana después, al pasar como tantas otras veces junto al Circuito Indoor de Sevilla, asomaron la patita y le impulsaron a dar un metafórico volantazo para entrar en el templo de la velocidad a darse un desahogo. Michael Knight había vuelto.

Siete días antes, una convocatoria sólo para charlar un rato, no para ir a la pista, se había materializado en un emotivo re-encuentro de pilotos de núcleo duro. Abrieron la senda los amarillos al completo, Cappi y Miguel-R; se unió poco después Javi Marcos, el que nos ganaría a todos pero juró controlar su fuerza para no destruir el mundo; llegó luego el azulón Mato, directo desde Madrid al parking de Paseo Colón y sin pasar por chapa y pintura; y sacrificó un rato de valioso sueño el muy necesitado Pedrós, del mítico equipo rojo-antes-rosa. El gran Trikartman se quedó varado en Madrid muy a su pesar. Varias horas después, sobre las que sólo diré que por fin hubo cierta sensación de vuelta a la normalidad, cada cual volvió como pudo a su casilla de salida… pero no todos volvieron como habían salido.

Tímidamente se acercó al mostrador. Estaba vacío, pero había coches en pista, así que no había que alarmarse. Al momento apareció para atenderle una señorita muy joven, con unos ojos grandes y muy bonitos asomando por encima de la mascarilla. Caminando por el afilado borde que separa el glamour de la veteranía del ridículo de la vejez, el piloto mostró sus credenciales. Pero era inútil. El circuito había cambiado de manos en su ausencia, y ningún rastro quedaba de sus andanzas. Pasó de nuevo por el trámite del registro y se resignó a ser un anónimo más que no tiene otra cosa mejor que hacer un viernes por la tarde que montarse en un coche pequeñito para jugar a conducir rápido.

Otra vez le preguntarían si era la primera vez que se montaba en un kart, otra vez le dirían que si tenía algún problema en pista se quedara sentadito esperando la ayuda, otra vez todo el protocolo… para los nuevos. Al alien que llevaba toda la semana creciendo dentro de él le faltaba ya tiempo para salirse por el pecho, aferrarse al volante y machacar el crono hasta que el ácido de su sangre disolviera la máquina en un amasijo de cachitos de hierro y cromo. Me he pasado con la metáfora, pero da igual, sigo adelante: Tuvo que esperar que terminara el turno que estaba en pista, que era para verlos y echarse a llorar, y otro turno después en el que un chaval, corriendo en solitario, se marcó unos tiempos que vamos, efecto túnel sufriría cuando bajó de 39 segundos. “Record de la semana”, apareció en el panel. Michael Knight se frotaba los ojos, ¿le ponían a huevo destrozar por 5 segundos los mejores tiempos de la semana o era todo un espejismo? Al de la pista se le veía torpe, muy mejorable, así que parecía lo primero. Como un Jinete Pálido del karting, el extranjero desconocido en el que nadie repara al principio, impartiría la justicia del crono...

Le llamaron a pista y le asignaron el kart nº 4, el primero de la fila. Vió el bólido algo cambiado de los Sodikart que él recordaba, pero se montó sin contemplaciones. Vaya, casi no cabía, algo raro pasaba, pero p'alante. A la derecha, había otra fila con coches como los de siempre. Ya me podían haber dado uno de esos, pensaba… Oyó voces a su espalda, el operario le hacía señas, pero hasta que no se acercó del todo, no pudo entenderlo. Que no era en ese 4, sino en el otro 4, el de la fila de la derecha. La ostia, había un flamante Sodikart con el número 4 también el primero, pero en la otra fila. Se había subido en uno para juveniles o vete a saber. El forastero no empezaba con buen pie.

Ahora ya mucho mejor en un coche de su medida, le dieron salida y no se dio ni media vuelta para calentar los neumáticos, aunque sabe que en estas pistas hasta la quinta o sexta vuelta no están para partir la pana. Como un fanático, apretó todo lo que pudo desde el principio, arriesgando en cada frenada, en cada giro, y miraba el panel. Finalmente vio tiempos de 33 segundos. Vueltas y más vueltas. Le pareció ver un tiempo de 32 segundos, y siguió apretando. Le fallaron las fuerzas y un par de veces se empotró de costado en el exterior de la curva a izquierdas que hay tras la chicane, y en otra casi trompeó y acabó medio cruzado en la pista. Ya se le hacían muy largos los diez minutos de la sesión, pero seguía apretando, con los brazos al rojo, por si sonaba la flauta y conseguía rebañar una décimas más a aquella otra vuelta. Pero no pudo ser. Vinieron al rescate señalándole la salida y ahí acabó todo.

Ya no hay papelito de tiempos. Ahora te lo envían por email. Tampoco hay redecilla para el casco, sino que junto con el primer ticket te llevas, pagándolo, una especie de pasamontañas como el de los auténticos pilotos para cubrirte la cabeza. Se supone que lo tienes que guardar y llevar contigo si vuelves al circuito. En fin, novedades, algunos cambios para que nada cambie. A la de recepción le reconoció Michael Knight, siempre demasiado sincero, que se había ganado agujetas para una semana. Pero también le dijo, ojo, que había bajado de 33, y que la próxima vez vendría con amigos. Lo que dije al principio, totalmente trastornado.


martes, 5 de febrero de 2019


NO ESTABAN MUERTOS…




















Llegamos con una ilusión algo exagerada al indoor de Sevilla. “Cómo corren esos coches” decía alguno, pero quizás no era para menos: no hacíamos algo parecido a una reunión de karting desde… ¿2013? Mejor no pensarlo demasiado. “¿Estos no eran eléctricos?” decía Pedrós, confundiéndose con aquella Comisión Evaluadora del indoor de Jerez de la Frontera, de la que formó parte en las navidades de 2010. Cappi y Miguel-R ya habían probado el circuito en modo lucha contra el crono y eran interrogados sobre los tiempos por los otros dos. “Treinta y tres, treinta y cuatro, por ahí” pero los que estaban en pista hacían treintaiunos y treintaidoses. Cuidado, que ya no éramos aquellos.

Empezaba la semana plomiza y sin expectativas, pero la celebración en Sevilla de los Premios Goya animó a Mato a coger un billete de AVE, para venirse junto con el resto de madrileños de la farándula, y esta vez lo avisó con tiempo para que cristalizara lo que siempre se proponía pero nunca se hacía. El dueño del Scatergoris propuso y el resto dispuso. El Kartman venía a Sevilla, pero tarde para apuntarse, así que fueron cuatro kafrianos, todo un éxito. ¿Reserva? Para qué, a la aventura. Mato se levantó de la siesta de pijama con heroica voluntad, recogió al maño y al camionero y se dirigieron al recinto, donde ya esperaba Cappi analizando la situación. “Venga, que aquí está ya media Alcalá y media Mairena”, pero no era para tanto: Nos daban una media hora para la primera sesión. Luego un descansito y a por el doblete.

Los que estaban en pista zumbaban tela, como ya he dicho, y casi que empezaba a preocuparnos un poquitín molestar. Sólo casi. Desde el palco, el maestro Cappi ya aleccionaba sobre las trazadas buenas y Mato memorizaba cada ínfimo detalle. Luego sacaron a la pista a un chaval sólo, que en su primera pasada por la horquilla acabó empotrado de frente contra el exterior de las protecciones, y en las siguientes casi lo mismo. Seguramente por eso no le pusieron compañía. Después, un grupo de nivel demasiado dispar, que jugaron a los coches de choque, y luego nuestro turno. Habíamos pensado que nos tocaría solos, y que nos agruparíamos y toda esa mierda, pero nos metieron unos cuantos compañeros, que pensábamos que serían de los que zumbaban. Miguel-R se hacía caquita y les decía a los otros tres: “Que pasen”. Luego resultó que no eran.

Salió primero el amarillo B, con la camiseta del equipo por debajo de la sudadera porque hacía frío, y esperó al grupo sin descuidar el calentamiento de los neumáticos. El amarillo A, luciendo más honrosamente la camiseta, llegó, pero los otros dos pavos no se sabe qué hacían. Finalmente, Cappi empezó a apretar y en hueco mal cerrado por Miguel-R se tocaron y hubo montonera. Agrupamiento por las malas. Miguel-R siguió primero, pero Cappi pasó a la cola. Aquel, para no correr sólo, siguió esperando compañía y hubo diversión, aunque difícil ya de saber con quién. Hubo un tortazo por detrás y activaron el limitador de los karts. Alguien aprovechó ese momento para pasar a cabeza, quizás Mato, pero ese no esperó a nadie. Y así seguimos. Una buena primera toma de contacto.

Les tocaba ahora a un grupo que nos llamó la atención por la cantidad de pilotos y por lo que tardaron en montarse. Preguntando nos enteramos de que era una carrera gratuita que organizan todos los viernes para los que hayan hecho los mejores tiempos ese día (o algo así, no me hagan mucho caso). Había sorteo de coches y por eso tardaron más. Hubo también vuelta de calentamiento y parrilla de salida. No dieron mal espectáculo, se notaba que era gente que controlaba.

Después de la primera sesión ya teníamos la moral más animada. Nos veíamos en la carrera gratuita de los viernes si hubiéramos querido. Para la segunda ronda otra vez nos pusieron compañía. No sé si serían los mismos de antes, pero hicieron bien de sparrings, poniendo ese puntito picante que da el encontrarse coches lentos o directamente cruzados en curvas ciegas. Miguel-R, que salía otra vez primero, se tomó más en serio lo de esperar, y se echó a un lado tras la primera vuelta. Pasaron Cappi y Mato como una exhalación, pasó Pedrós, y ahí se puso aquel a chupar rueda. Los otros dos, a hacer tiempos, y los compañeros desconocidos a estorbar lo justo. El Toro Rosso cerraba bien los huecos y había diversión. Por un momento tuvieron muy cerca a Cappi y parecía que habría trío, pero algo les hizo perder el contacto. El maestro amarillo también iba buscando su crono. Miguel-R buscaba el hueco imposible y a punto estuvo de encontrarlo un par de veces en unos arriesgados paralelos en las “zonas prohibidas”, pero sabía que su rival no eran de los que ceden y cedió él, como suele suceder. Más adelante, uno de los sparrings hizo estorbo y propició el cambio de posiciones. Ahora fue el del equipo rosa el que pisó los talones al amarillo y así hasta el final. Mientras tanto, Cappi se divirtió con lo que se fue encontrando y Mato, ¡cómo no!, tuvo que cambiar de coche por avería, le dieron uno muy bueno, y en las tres vueltas que le quedaban, marcó un tiempazo por debajo de 33. Estaba eufórico, no quería hablar de otra cosa.

Antes las carreras de karts nos daban una buena excusa para comer por ahí sin nuestras mujeres e incluso tomarnos, a la noche, unas copas. En estos tiempos en cambio, a Michael Knight le parece que serán las salidas nocturnas las que darán la excusa para una previa de karts, que es lo que fue esto del viernes. A la salida, un poco tarde ya y con hambre, sin tiempo para duchas ni zarandajas, directos se fueron al Centro todos menos Cappi, aún mucho Pappi, y finalizando la cena aparecieron el Sr. Javi Marcos, mucho señor pero nada kartiano, y el gran Pablo Kartman, deseoso de oír hablar de adelantamientos, trazadas y récords de vuelta. Mientras los famosos estaban en sus fiestas privadas, Mato tocaba el violín de oído y sentía algo y Pedrós disertaba sobre el Condominio. Hubo bloqueos, cinturas de avispa, rebecas cuyas cremalleras se resisten a bajar y gente simpática cuya edad media bajaba según avanzaba la noche. Un gay de aspecto vampírico fue atraído por el olor a hombre del piloto amarillo y trató de seducirlo hablándole despacito de títulos nobiliarios y de presentarle a Rosauro Varo. Tienen menos peligro los karts. El Toro Rosso se fue a la cuadra el primero, a pesar de la siesta, y quedaron cuatro. Los amigos de las cometas estaban que querían pero no podían y del azulON mejor no saber lo que estaba haciendo. Miguel-R se desabrochó otro botón, pero ya era tarde para remontar esta carrera. Se retiró a boxes y sólo quedaron los tres de la frente larga, uno de los cuales, no diré quién, le había dicho a Michael Knight a lo largo de la noche: “Si hay crónica, lloro”.

Llora, Tomás, porque no estaban muertos. Estaban de parranda.

lunes, 6 de julio de 2015



RITMO IMPLACABLE
Se lo dijo desde la cabina del Circuito de Alcalá del Río, tal y como bajaba de su kart, uno de los encargados: “¡Oleg, has roto el record de la pista!” En Jerez de los Caballeros lo que había batido fue el record de sanciones en un mismo GP. Pero cuando a un piloto le llaman por su nombre los que trabajan en un circuito, el resto de la muchachada ya se puede echar a temblar. Y así fue, nadie pudo parar a ese ruso menudito que, por lo que oí, para colmo tiene un kart de competición propio, lo cual, para Michael Knight, constituiría por sí sólo motivo de veto fulminante. Aunque sólo fuera por envidia cochina.
De todas maneras, que se fiche a pilotos ultracompetitivos nada cambia para mi perspectiva de Miguel-R, pues a los de siempre también los veo cada vez más lejos. Sin coche malo, sin accidentes ni averías, en definitiva, sin excusa tras la que esconderse. Los coches de delante se me escapan y los de detrás me cogen. Decía Fernando Alonso en el briefing que en ésto el 70% es coche y el 30% es piloto. Si es así, mi 30% de piloto no está aportando. Mejor le iría al coche yendo solo.
Pero quizás me estoy adelantando demasiado y centrándome en lo personal. Retomo el hilo de los acontecimientos. A la hora convenida ya estaba allí el Comité Unipersonal formado por Raúl Samper cargando con todo el peso organizativo. Otros se lo tomaron con más calma para llegar, quizás contando con que antes del ocaso no se saldría a pista. Faltaban algunos ilustres, como Senna, Fitipaldi y AJ Speed, y por otra parte me encontré con caras que no veía hace tiempo, como las de Fidel y Juanda, ésta última con claros síntomas de dormir poco últimamente. Precisamente charlando con Peter y Fidel, comentó éste lo difíciles que se estaban poniendo las carreras, tanto que no veía claro meterse ni en la Final C.
Nada más terminar mi sesión de Clasificación con el kart 7 tuve el primer susto: El penúltimo de los ocho, a unos tres segundos del tiempazo de Olé Oleg. Me había tocado un coche malo, obviamente, aunque aparte de una dirección algo durilla, no había notado nada. Los de la otra sesión marcaron todos buenos cronos, así que ya era oficial: el 16º de 17. ¡No pasa nada! Aún se me ocurrían algunas excusas. Además, para la Semifinal me tocó el kart 18, justamente ese con el que el ruso (que me perdone si es ucraniano o similar) había hecho record. No descartaba aún una épica remontada.
No era dinamita, pero el coche efectivamente tiraba. Eso sí, en la Semifinal, llegando por primera vez a la curva cerrada del fondo (curva 2) aún iba el último. Remonté un puesto porque Fonta entró colado y estorbó a Raúl Vázquez.  Luego, en el paso por la chicane, algo hubo entre Fonta y Juanda y acabé por pasar a los dos. Total, que antes del primer paso por meta ya iba quinto, a un paso de la Final A. Los cuatro de delante (Oleg, Samper, Peter y otro que no identifico) habían abierto un poco de hueco, pero con toda la carrera por delante, un buen coche y nadie que me molestara veía más que factible alcanzarles. Pobre iluso.  Pasaban las vueltas y el hueco se me hacía un abismo. Ya no había excusas, sólo el ritmo implacable y machacón de los que están más finos y te arañan décimas en cada palmo de asfalto. A los cinco minutos me pasó Raúl Vázquez hecho un torbellino y más adelante también el Rookie, el cual, para mi desconcierto final, llevaba el kart 7.
Me rindo a la evidencia, la Final B es ahora mismo el lugar natural de Miguel-R… y porque no hay Final C. Desde la grada veía cómo, en la otra Semifinal, el kart 18 le valía a Sevi para pasarlo en grande y llevarse la victoria. Cualquier roce me hacía ya sangre, y se me iba la cabeza: por momentos pensaba cosas como qué hago yo aquí en lugar de estar con mi mujer y mi hija en casa.
Como si las bolitas quisieran animarme, me otorgaron para la Final B otro coche con buena fama, el kart 22. Pero fue más de lo mismo, buenas sensaciones al principio, pero luego sangría implacable de tiempo por vuelta y pérdida de posiciones. Mi compañero de equipo AJ Speed, para hurgar más en la herida, no tuvo ni que llegar a la Clasificación para quedar mejor que yo: salió a mi lado en la Final B y la ganó el muy canalla. Desmoralizado, aunque dándolo todo todavía, sólo me quedaba una más, que me pasara Damián con el maldito kart 7. Pensé entonces en el abandono, y a puntísimo estuve. Tanto que realmente me dirigí a boxes, pero por el rabillo del ojo vi la bandera de cuadros y pude rectificar a tiempo. Esa sí que hubiera sido una cagada antológica: abandonar a 50 metros de acabar.
Salí disparado para casa, así que me perdí una Final A bastante entretenida, en la que dominaron Olé Oleg y su amigo Lassaletta, y se marcaron dos estupendas remontadas Jero y Raúl Vázquez. Por suerte están ahí los magníficos vídeos que cuelga el Kartingaso para ver las carreras desde el privilegiado palco de las cámaras on board. Por lo demás, no quiero dejar de mencionar que la organización fue perfecta, tanto por parte del Uni-Comité como por los encargados de la pista. Un poco de retraso en empezar, pero a partir de ahí bastante bien.  Las tandas se sucedieron unas a otras sin demoras, con un único parón para hacernos la foto de grupo. Y ese es el único mérito que puedo atribuirme en tan nefasta jornada, pues desde que llegué al circuito fui dando el coñazo con que se hiciera antes del final del Gran Premio. Ya saben, para no quedarme otra vez fuera de plano.
En cinco semanas (cuatro, debido a mi retraso en publicar esta crónica) tendrá lugar la última carrera de este 10º Kartingaso. Tengo entendido que se repite en Alcalá, pero en sentido inverso. No me parece mala idea, dentro de la política del Kartingaso de que en verano las carreras sean nocturnas. Eso sí, habrá que llevarse más Aután para espantar a las hordas de insectos. Jero tiene en su mano ganar el Campeonato y romper así con la hegemonía de Senna y Fitipaldi. Se le ha visto estos días entrenando con un Fórmula 3 en el Circuito de Monteblanco. Así luego las carreras de karts las ve como a cámara lenta. Les digo una cosa: aquí hay unos cuantos que no pueden ser más jartibles.

viernes, 19 de junio de 2015

FUERA TELARAÑAS
 
Aprovecho que queda sólo una semana hasta el ansiado retorno a la pista para quitarle las telarañas al blog. Tal día como hoy, viernes, pero según se acaba la jornada, espero estar bien encajado en uno de los monoplazas del Circuito de Alcalá del Río, para disputar el 7º Gran Premio del décimo Kartingaso. Poco a poco van cayendo las confirmaciones, y aunque hay bajas importantes, entre ellas la de mi compañero de equipo, cuyas facciones ya se me van haciendo borrosas de lo poco que coincidimos, seguro que la participación será, como siempre, muy alta y de gran calidad. Tras un parón tan largo y en mi actual estado de abandono físico, no apostaría yo porque mi actuación vaya a ser para el recuerdo, pero allí estaremos con la máxima ilusión como siempre. Me gustó mucho el circuito, cuando estuvimos el verano pasado, y estoy deseando repetir, así que no lo digo más, quedan convocados para leer la crónica de los acontecimientos y no se confíen: todavía me puede tocar el coche bueno.

jueves, 5 de marzo de 2015

 
CAMPILLOS MARCA DISTANCIAS

El pasado domingo 1 de marzo se celebró el 4º Gran Premio del 10º Kartingaso en el Circuito de Campillos. Esa era una cita que no me podía perder salvo catástrofe, aun a costa de sacrificar la posibilidad de conocer el Circuito de Villafranca, al que se fue en la carrera anterior. ¿Y por qué antes Campillos que este otro? Pues porque el circuito malagueño une un trazado espectacular, muy del agrado de Michael Knight, con el reciente estreno de unos preciosísimos Sodikart, que ya pude probar en octubre, pero en mojado. Aquello fue una gran experiencia, pero faltaba la guinda de probar esas mecánicas al límite en una carrera en seco. ¿Recordaría cómo era eso después de dos carreras seguidas en remojo? La última para mi había sido la de Alcalá del Río, en pleno verano de 2014.

Para redondear esta apetitosa jornada y gracias también a lo nuevecito de la flota, se decretó que el Gran Premio podía correrse a dos mangas. Miel sobre hojuelas para los sub-entrenados como el piloto B del equipo dorado o para los que están de vuelta como Lolui, al que tuve el grato placer de reencontrarme en la pista, pues es un caballero con el que se puede competir sin miedo a que te haga una tarascada. Total, que 17 coches a la vez en la pista. Desde atrás (puesto 13 tras clasificación y 14 tras la primera manga) se veía preciosa la Parrilla, y las salidas no les quiero contar, ¡vaya subidón de adrenalina! No disfrutaba de algo similar desde los 21 pilotos de Almancil (2013).

A las ocho menos cinco de la mañana, casi en el límite para cumplir el riguroso horario, consiguió el que suscribe dejar dormidito a su retoño, contra todo pronóstico, y salir por la puerta de casa con los botines en la mano para no hacer ruido. A toda pastilla hasta Campillos, sin duchar, sin afeitar, sin desayunar y sin GPS, que me hubiera venido de perlas en un par de desvíos. Allí en la cafetería del circuito me encontré a Fonta y a Reina, esos dos señores, con sus monos molones y su aspecto de tenerlo todo controlado. Sin más dilación, solté el lastre sobrante por vía rectal, me encasqueté media tostada a palo seco para entretener al estómago, y zumbando para la sala de conductores, donde el Comité trabajaba a destajo y Fitipaldi repartía cámaras-on-board para todos los niños. Los pilotos invitados, a los que se les facilitó un peto blanco (me parece muy acertado el color para señalar a los nuevos) tenían en esta ocasión un aspecto más juvenil y peligroso que en otras. Me van a jubilar antes de tiempo estos críos de peso-pluma.

En la clasificación ya se hizo evidente la brecha que me va separando de los que echan más horas al volante. Nunca me sentí peor que nadie, pero las cosas como son: el puesto 13 es ahora mismo lo que me toca. No tengo excusa porque el coche era bueno y lo notaba en las rectas por comparación con otros. Perdía tiempo claramente en las curvas más agresivas. Curiosamente me vi acompañado en la trastienda del pelotón por pilotos ilustres como Senna, Juanlu-GT y mi compañero AJ Speed. No tuvo suerte con los reglajes el defensor del título en toda la mañana. Mientras, la zona vip, primera línea de pista, se la repartían entre Vázquez, Fitipaldi, Jero y uno de los rookies, o quizás dos. No lo tengo claro, me pillaba muy lejos.

Qué maravilla esa línea multicolor de karts ascendiendo muy apretados las primeras curvas de Campillos. Sólo por vivir una salida semejante me mereció la pena el madrugón y el post-madrugón. Vázquez se situó en cabeza mientras a Fitipaldi le hacían un sándwich de pelos de punta. Por detrás, yo veía un muro de coches sin sitio para pasar. Pensando en la peligrosa curva de la bajada, pensaba, que me quede como estoy y ya veremos después. Ahí precisamente, en esa curva, me encontré el primer fregado: un coche mirando para atrás. La gente aquí está hábil y veterana y tiene el rabillo del ojo puesto un poquito más allá, así que todos pudieron esquivarlo. Luego me enteré de que era Fitipaldi: Damián perdió un momento el control en la curva (ay, esos riesgos con neumáticos fríos…), lo suficiente para tocar fatalmente al otro. La verdad es que me vino de perlas, porque se unió a los de la cola y creó un grupo con AJ, Funboy, Lolui y Damián (no siempre los mismos) en el que nos lo pasamos bien.

Entre la primera y la segunda ronda cometí el error de mirar el móvil y responder a la llamada de la selva. Madre mía, no se hacen una idea de la presión a la que estoy sometido últimamente. En fin, tragué saliva, vi que el coche que me había tocado para la siguiente era muy elogiado, y a seguir adelante, que son dos días. Me flanqueaba en la salida mi compañero dorado, también con buena mecánica, así que nos conjuramos para una gran remontada. Y no fue de las que hacen época, pero no estuvo nada mal. Llegamos juntos, no sé en qué puesto, pero más por delante que por detrás. Miro todos los días la clasificación, pero se hace rogar más que mi crónica.

Ganó la carrera Raúl Vázquez, sembrando inquietud entre los gallitos habituales porque en este 10º Kartingaso lleva dos de tres, y sumaron también bastantes puntos Jero y Raúl Samper, que adelantarán en la clasificación a Senna. Habiendo rebasado el ecuador de la competición, no podría ésta estar más emocionante. Y habrá más pilotos con posibilidades, pero disculpen si no les menciono, porque esto es sólo un bosquejo. A cada piloto la historia que más le interesará es la suya propia y todas las posiciones son buenas si hubo dicha en el camino. Es de destacar la cantidad de adelantamientos que se vivieron. No sé si es cosa de los coches, o de la pista o de la cantidad de pilotos, pero cada palmo del trazado parecía bueno para adelantar. Por esto y todo lo demás, Campillos es hoy por hoy, en opinión de Michael Knight, un circuito que ha marcado distancias con el resto.

Me despido agradeciéndoles la compañía y disculpándome por haber cogido tan rápido la carretera de vuelta. Me tienen bien cogido por la huevada y me quieren retirar de esto y de paso de cualquier otra cosa que no sea trabajar y envejecer. Al menos, este carrerón se queda para mi cuerpo serrano de 80 kilos (cabrones, engorden un poco).