martes, 8 de julio de 2014





SIN CONTROL.
Me van a permitir que por esta vez me quite la careta de Michael Knight y me vista de Miguel-R para escribir la crónica del 5º Gran Premio del Kartingaso, ya que voy a hablar mucho desde el punto de vista del piloto. No me veo esta vez bien situado en mi atalaya de neutralidad y objetividad, así que será mejor así.
Empiezo sin más. Como la mayoría sabrá, no iba a correr por motivos personales, pero a última hora pudo más el deseo de probar un circuito nuevo, en este caso el Circuito de Alcalá del Río, que los problemas que pudiera producirme participar. Había más alicientes, como saber que se iba a probar a grabar alguna carrera desde un dron propiedad de un amigo de Peter y, no lo negaré, conseguir más puntos que Fidel, ese usurpador infame que pretende quitarme la camiseta amarilla para el próximo campeonato. Así pues, metí los gadgets de hacer karting en la mochila y salí disparado hacia la pista, confiando en no llegar tarde…
Siete horas después, ¡a las tres de la mañana!, terminó por fin el GP más caótico de cuantos he participado con el Kartingaso. No fue esta vez la máquina organizativa que me impresionó en las primeras carreras. Por supuesto, buena parte es culpa del regular estado de los karts del circuito, pero es que, últimamente, se pierde un tiempo tremendo en discusiones sobre el Reglamento y, lo que me extraña de verdad (porque lo otro no), en hacer el “papeleo”. No tengo nada claro si está asignado quién se encarga o si es algo que surge espontáneamente. También está la cuestión de lo que tardan los pilotos en montarse en sus karts. ¿Pero qué están haciendo? Veo que llega mi turno, cogo mi casco, me monto en mi kart… y ahí me pueden dar las uvas esperando junto con los dos o tres pilotos invitados del día. Dicho esto, aparco el tema y me centro en la carrera si puedo.
Salí en la segunda sesión de Clasificación, con el kart 14, que había usado antes Raúl Vázquez. Gracias a la aplicación cronolaps, que recoge los tiempos de los transponder usados en este circuito, pude ir viendo en tiempo real, ¡desde el teléfono móvil!, que no era ni el mejor ni el peor. Vamos, término medio entre los seis segundos de diferencia que hubo entre uno y otro. Uy, uy, uy… Ya saliendo de boxes, noté que algo no iba bien. El coche estaba como ahogado, petardeaba y no corría más que un 125cc del Castillo de las Guardas. Entré en boxes y Pepino Motor, que no conocía el circuito, se vino detrás de mí por error. Para mí que ahí hizo la pole, porque curiosamente en este circuito el pit-lane (el que nos dan a los del alquiler) es un magnífico atajo. También entró en boxes Lute, que tenía picado el depósito y se estaba poniendo perdido de gasolina, pero esto no lo vi. Total, que el encargado me dice que igual es que estoy pisando el freno y yo, que soy un buenazo y algo borrego, le di crédito y volví a salir a la pista. Después de otra vuelta de paseo, volví a entrar en boxes decidido a cambiar de kart, o directamente a retirarme y salir el último de la Parrilla. El muchacho ya me tenía preparado otro pero yo, conociendo cómo está el tema, le dejé plantado un momento para preguntar al Comité si estaba permitido el cambio. Dijeron que sí, o eso me pareció, así que cogí el 18 y hala, a correr. Amigo, eso era otra cosa. Por comparación, volaba, me salía del pellejo. Pero no, dos segundos peor que Raúl Vázquez con el 14, a pesar de todo lo cual fui objeto de la sospecha de haber entrado a cambiar sólo para coger un coche mejor. No se quedaron tranquilos los suspicaces hasta que se probó el coche y se dictaminó que estaba averiado.
Me da a mi que, como a Senna le salió bien en la carrera anterior, se ha abierto la veda del cambio estratégico de kart. Pero no nos engañemos, si aquel día Fitipaldi no hubiera hecho tapón otro gallo hubiera cantado. Porque en Cartaya, cuando entras en boxes, sales a medio circuito del pelotón, como debe ser. En Alcalá en cambio, entras en boxes y sales casi en el puesto donde lo dejaste. Ahí está para el que lo quiera ver en el on-board de Fidel de la Semifinal Impar. Más claro, sólo si hubiera sido de día. Por otra parte, como esto se extienda y quiera cambiar de kart todo aquel que piense que con el que le ha tocado lo tiene difícil, necesitaremos otra flota entera de repuesto.
Me tocaba correr en la segunda Semifinal con el kart 12. Lo usó Peter en la primera, así que pude comprobar que valía para defenderse bien. Estuvo muy cerca de pasar el corte. Eso sí, muy caballerosamente me avisó de que no tenía frenos. Primer error, no le dí mayor importancia. El segundo error llegaría poco después. Noche cerrada, ya fresquita, y nos daban la salida con los neumáticos fríos, sin vuelta de calentamiento. “Carnicería en la curva 2”, pensé yo, y casi, porque efectivamente el pedal de freno estaba de adorno y no me llevé a nadie por delante porque el que me precedía ya se encargó de eso y yo me pude lanzar al interior. En el segundo paso por la curva 2, ya sobre aviso, reduje soltando el acelerador con tiempo. Esa solución supuso que en el tercer giro me adelantaran dos pilotos de una tacada apurando la frenada. Sin desanimarme, destapé el tarro de las esencias y antes de meta les devolví el adelantamiento a los dos a la vez. De algún modo, estaba en cuarta posición, peleando la tercera plaza en paralelo con Pepino Motor en la recta de meta. Él llevaba ventaja en la curva 1, así que le dejé el sitio, pero yo estaba muy cerca. Demasiado cerca. Cuando me quise dar cuenta de que, sin los frenos, me lo podía llevar por delante en la curva 2, ya era tarde. Me tiré al interior, por no tirarme al exterior (que estaba más oscuro), boté en los pianos, perdí el control y le fastidié la carrera al rival. Le miré avergonzado y su expresión corporal era todo un mensaje de “pero hombre, joder…”. Así que levanté el brazo para cederle el puesto, me pasaron todos, pasó el perjudicado, y siguió el asunto. No era muy grave para mi, la verdad: con un buen kart y con toda la carrera por delante aún hubiera tenido opciones, pero no sé qué cable se me había cruzado ya, que trompeé en la siguiente curva (la 5, según mi plano), sin venir a cuento, y con el kart que no frenaba. Lamentable.
Tuvo su gracia la primera vuelta abortada de la Final B, pero mejor ya se lo cuento otro día. Lo demás, historia de otros. Ganó Carlos Senna después de una bonita lucha con Sevi pero, como se adelantó en la salida, se le concedió la victoria al del mono blanco. Casi les cogió Fonta, remontando desde la novena posición. Cómo se lo debió de pasar. Como Fitipaldi y Fidel, a los que se unió Lute en las últimas vueltas en un final de infarto que vimos sólo los cuatro insomnes que quedábamos en la grada a esas horas de la madrugada. No ha salido muy bien este Gran Premio, esta claro, y ahora ya no me refiero ni a mi actuación ni a que Fidel, ese incalificable amigo de lo ajeno, me haya sacado muchos puntos. Karts muy desiguales, mala organización, enredos inacabables... Aun así creo que, si ellos arreglan lo de los karts, seguro que nosotros podemos arreglar lo nuestro y darle otra oportunidad a esta pista. Ah, que me olvidaba: salgo en el espectacular vídeo aéreo que grabó Curro con su dron. ¡Sólo por eso ya mereció la pena!