miércoles, 15 de octubre de 2014



HAY QUE TENER FE.

Si me hubiera quedado en casa, con los huevos a buen recaudo, cada vez que uno de nuestros Grandes Premios ha sido amenazado por negros pronósticos meteorológicos, me hubiera perdido cinco de las más divertidas y emocionantes carreras en las que he tenido la gran suerte de participar. Y no sólo eso, sino que además ahora no contaría con una valiosísima experiencia en conducción en pista mojada, experiencia que nos sirve a día de hoy, a mí y a aquellos a los que acompaño, para que un temeroso responsable de pista se atreva a poner en nuestras manos catorce preciosísimos karts nuevecitos en tan resbaladizas circunstancias. Porque uno de los grandes alicientes de la carrera del domingo pasado era estrenar la nueva flota del Circuito de Campillos, unos Sodikart de 270cc realmente bonitos y, por referencias de otras pistas, muy agradables de conducir. Estoy seguro de que a otro grupo, tal y como estaba la pista, no se los hubieran dejado por miedo a los destrozos. Nosotros en cambio pudimos exhibir currículum y así finalmente convencer de que la carrera debía disputarse.
 
Porque todo fue siempre cuestión ponerle mucha fe. De creer que el pronóstico cambiará a última hora, de que esa nube negra no descargará aún, de que la pista se secará, de que nos dejarán correr, de que conseguiremos controlar el kart al llegar a esa mojadísima curva… Así que este domingo, cuando a las siete de la mañana Michael Knight vió que la predicción meteorológica era igual de funesta que los días previos, pensó, “a la pista, que seguro que corremos”.
 
Así que catorce feligreses nos encontramos allí a la hora convenida para disputar la última prueba del 9º Kartingaso, en la que se jugaban todo Senna y Jero. La pista estaba empapada y con muchos charcos, los nubarrones no presagiaban nada bueno y se había ido una fase del transformador que alimenta al circuito, así que posiblemente no tendríamos tiempos cronometrados. El portugués que gestionaba la pista (¡otro portugués!) andaba por allí entre tratando de arreglar aquello, entre mascullando que no, que no, que así no se podía correr. Unos operarios, mientras tanto, trataban de secar las partes más comprometidas del circuito con un cañón de aire, y según pasaban los minutos y no llovía el aspecto de la pista iba mejorando. Pero no era ese el problema, sino el miedo del portugués a que le reventáramos los karts nuevos. Con mucha mano izquierda, se le consiguió convencer: haríamos la Clasificación y, si no nos veía capacitados o si las condiciones empeoraban, bandera roja y tan amigos. Ya nos compensaría en la próxima visita.
 
La pista estaba realmente muy difícil, incluso más de lo que parecía. La subida, todavía se podía hacer a una velocidad medio decente, pero llegando a las reviradas de arriba más te valía reducir la velocidad hasta casi quedar parado si no querías irte recto. Luego llegabas a la temida bajada, y qué podías hacer sino pasarla bien paradito y con los huevos de corbata. Tan prudentísimamente la hacían los muchachos, que curiosamente no vi a nadie trompear allí, ni en la clasificación ni en la carrera. Saliendo de esa temida curva no había nada de tracción y costaba poner el coche recto para afrontar la contrarrecta. Ahí sí que hubo mucho cachondeo, pues en la derechura los pilotos se venían arriba para pisar a fondo, sobrevalorando su capacidad para controlar el coche al llegar a la curva de 180. Luego, un tramo menos comprometido y nuevamente cachondeo en las últimas dos cerradísimas curvas, donde la pista era puro hielo.
 
Tan mal lo vi, que en un momento de debilidad le comentaba yo a Fonta que la pista no estaba para carreras. Quizás el portugués me había contagiado su preocupación por los karts. Había además otro problema: la luz se había vuelto a ir, y no podían sacar los tiempos. Pero no estaba el Kartingaso por dejarse detener por minucias. Habida cuenta de que tal y como estaba la pista, poco importaba la posición de salida en Parrilla, se decidió conformarla en orden inverso a la Clasificación General. Se dejaba al portugués la decisión de sacar bandera roja si llovía, como parecía que iba a pasar en cualquier momento, o, y de eso me enteramos más tarde, de juntar las dos mangas en una sola.
 
Salían los dos novatos del día en primera línea, pero antes de llegar a la primera curva ya se les había echado el pelotón encima. Se me pusieron los pelos de punta viendo los coches tan cerca unos de otros durante toda la subida. A Miguel-R, que salía tercero, le pasaron lo menos ocho coches, pero no tardaron en empezar a caer. Peter y Fitipaldi se quedaron mirando al tendido en la segunda revirada de arriba, y a partir de ahí en algún momento fallaron, uno detrás de otro, todos los demás. Era difícil saber quién era quién, porque por la amenaza de lluvia muchos se habían olvidado de ponerse los petos. Senna tuvo un pequeño contratiempo, pero lo resolvió pronto y se lanzó a por las primeras posiciones. Trazando por fuera, de un modo aparentemente conservador, volaba. Consiguió alcanzar a AJ Speed y Raúl Vázquez, también muy inspirados, y ganar la primera posición, desde la que no cejó hasta doblar a media parrilla. La disputa con Jero en los primeros giros prometía, pero lamentablemente fue su coche, y no otro de los catorce, el que falló. Ya es mala suerte. Tuvo que entrar a cambiarlo y, aunque pilotaba el tío que parecía que para él la pista no estaba mojada, se tuvo que conformar con remontar hasta la cuarta posición.
 
La carrera se hacía larga, ya era evidente que el portugués había juntado las dos mangas, y se sucedían los cambios de posición entre los menos inspirados. En un momento dado, incluso comenzó a chispear. Por detrás de los figuras del día, Miguel-R reaparecía después de su baja por paternidad apostando por una táctica de conducción conservadora que le valió para llegar quinto y sin sufrir ni un solo trompo. Estaba el tío tan contento como si hubiera ganado, después de haber perdido la cuenta de cuántas veces le adelantaron Fitipaldi y Raúl de Villota para volver a quedarse atrás por un mal patinazo. Posiblemente corrían demasiados riesgos para ganar la posición. De lo que no me cabe duda es de que sus vídeos serán los más vistosos. También sin correr demasiados riesgos pilotaban Reina y Fonta. Iban por delante, pero a la larga les cogieron los otros tres y acabaron séptimo y noveno respectivamente. Y sin opciones por los deslices cometidos en las primeras vueltas, llegaron Fernando Alonso, Peter y Pepino Motor. A los dos novatos del día les tocó un mal día para el bautismo kartiano.
 
En fin, karts espectaculares, treinta y cinco minutos de bella competición en condiciones de máxima tensión, reparto de múltiples trofeos y foto de grupo. ¡Qué más se puede pedir para una lluviosa mañana de domingo!