NO ESTABAN MUERTOS…
Llegamos con una ilusión algo exagerada al indoor de Sevilla. “Cómo corren esos coches” decía alguno, pero quizás no era para menos: no hacíamos algo parecido a una reunión de karting desde… ¿2013? Mejor no pensarlo demasiado. “¿Estos no eran eléctricos?” decía Pedrós, confundiéndose con aquella Comisión Evaluadora del indoor de Jerez de la Frontera, de la que formó parte en las navidades de 2010. Cappi y Miguel-R ya habían probado el circuito en modo lucha contra el crono y eran interrogados sobre los tiempos por los otros dos. “Treinta y tres, treinta y cuatro, por ahí” pero los que estaban en pista hacían treintaiunos y treintaidoses. Cuidado, que ya no éramos aquellos.
Empezaba la semana plomiza y sin
expectativas, pero la celebración en Sevilla de los Premios Goya animó a Mato a
coger un billete de AVE, para venirse junto con el resto de madrileños de la
farándula, y esta vez lo avisó con tiempo para que cristalizara lo que siempre
se proponía pero nunca se hacía. El dueño del Scatergoris propuso y el resto
dispuso. El Kartman venía a Sevilla, pero tarde para apuntarse, así que fueron
cuatro kafrianos, todo un éxito. ¿Reserva? Para qué, a la aventura. Mato se levantó
de la siesta de pijama con heroica voluntad, recogió al maño y al camionero y
se dirigieron al recinto, donde ya esperaba Cappi analizando la situación.
“Venga, que aquí está ya media Alcalá y media Mairena”, pero no era para tanto:
Nos daban una media hora para la primera sesión. Luego un descansito y a por el
doblete.
Los que estaban en pista zumbaban
tela, como ya he dicho, y casi que empezaba a preocuparnos un poquitín
molestar. Sólo casi. Desde el palco, el maestro Cappi ya aleccionaba sobre las
trazadas buenas y Mato memorizaba cada ínfimo detalle. Luego sacaron a la pista
a un chaval sólo, que en su primera pasada por la horquilla acabó empotrado de
frente contra el exterior de las protecciones, y en las siguientes casi lo
mismo. Seguramente por eso no le pusieron compañía. Después, un grupo de nivel
demasiado dispar, que jugaron a los coches de choque, y luego nuestro turno.
Habíamos pensado que nos tocaría solos, y que nos agruparíamos y toda esa
mierda, pero nos metieron unos cuantos compañeros, que pensábamos que serían de
los que zumbaban. Miguel-R se hacía caquita y les decía a los otros tres: “Que
pasen”. Luego resultó que no eran.
Salió primero el amarillo B, con
la camiseta del equipo por debajo de la sudadera porque hacía frío, y esperó al
grupo sin descuidar el calentamiento de los neumáticos. El amarillo A, luciendo
más honrosamente la camiseta, llegó, pero los otros dos pavos no se sabe qué
hacían. Finalmente, Cappi empezó a apretar y en hueco mal cerrado por Miguel-R
se tocaron y hubo montonera. Agrupamiento por las malas. Miguel-R siguió primero,
pero Cappi pasó a la cola. Aquel, para no correr sólo, siguió esperando
compañía y hubo diversión, aunque difícil ya de saber con quién. Hubo un
tortazo por detrás y activaron el limitador de los karts. Alguien aprovechó ese
momento para pasar a cabeza, quizás Mato, pero ese no esperó a nadie. Y así
seguimos. Una buena primera toma de contacto.
Les tocaba ahora a un grupo que
nos llamó la atención por la cantidad de pilotos y por lo que tardaron en
montarse. Preguntando nos enteramos de que era una carrera gratuita que
organizan todos los viernes para los que hayan hecho los mejores tiempos ese
día (o algo así, no me hagan mucho caso). Había sorteo de coches y por eso
tardaron más. Hubo también vuelta de calentamiento y parrilla de salida. No
dieron mal espectáculo, se notaba que era gente que controlaba.
Después de la primera sesión ya
teníamos la moral más animada. Nos veíamos en la carrera gratuita de los
viernes si hubiéramos querido. Para la segunda ronda otra vez nos pusieron compañía.
No sé si serían los mismos de antes, pero hicieron bien de sparrings, poniendo
ese puntito picante que da el encontrarse coches lentos o directamente cruzados
en curvas ciegas. Miguel-R, que salía otra vez primero, se tomó más en serio lo
de esperar, y se echó a un lado tras la primera vuelta. Pasaron Cappi y Mato
como una exhalación, pasó Pedrós, y ahí se puso aquel a chupar rueda. Los otros dos,
a hacer tiempos, y los compañeros desconocidos a estorbar lo justo. El Toro
Rosso cerraba bien los huecos y había diversión. Por un momento tuvieron muy
cerca a Cappi y parecía que habría trío, pero algo les hizo perder el contacto.
El maestro amarillo también iba buscando su crono. Miguel-R buscaba el hueco
imposible y a punto estuvo de encontrarlo un par de veces en unos arriesgados
paralelos en las “zonas prohibidas”, pero sabía que su rival no eran de los que
ceden y cedió él, como suele suceder. Más adelante, uno de los sparrings hizo
estorbo y propició el cambio de posiciones. Ahora fue el del equipo rosa el que
pisó los talones al amarillo y así hasta el final. Mientras tanto, Cappi se
divirtió con lo que se fue encontrando y Mato, ¡cómo no!, tuvo que cambiar de
coche por avería, le dieron uno muy bueno, y en las tres vueltas que le
quedaban, marcó un tiempazo por debajo de 33. Estaba eufórico, no quería hablar de otra cosa.
Antes las carreras de karts nos
daban una buena excusa para comer por ahí sin nuestras mujeres e incluso tomarnos,
a la noche, unas copas. En estos tiempos en cambio, a Michael Knight le parece
que serán las salidas nocturnas las que darán la excusa para una previa de
karts, que es lo que fue esto del viernes. A la salida, un poco tarde ya y con
hambre, sin tiempo para duchas ni zarandajas, directos se fueron al Centro
todos menos Cappi, aún mucho Pappi, y finalizando la cena aparecieron el Sr.
Javi Marcos, mucho señor pero nada kartiano, y el gran Pablo Kartman, deseoso
de oír hablar de adelantamientos, trazadas y récords de vuelta. Mientras los
famosos estaban en sus fiestas privadas, Mato tocaba el violín de oído y sentía
algo y Pedrós disertaba sobre el Condominio. Hubo bloqueos, cinturas de avispa,
rebecas cuyas cremalleras se resisten a bajar y gente simpática cuya edad media
bajaba según avanzaba la noche. Un gay de aspecto vampírico fue atraído por el
olor a hombre del piloto amarillo y trató de seducirlo hablándole despacito de
títulos nobiliarios y de presentarle a Rosauro Varo. Tienen menos peligro los
karts. El Toro Rosso se fue a la cuadra el primero, a pesar de la siesta, y
quedaron cuatro. Los amigos de las cometas estaban que querían pero no podían y
del azulON mejor no saber lo que estaba haciendo. Miguel-R se desabrochó otro
botón, pero ya era tarde para remontar esta carrera. Se retiró a boxes y sólo
quedaron los tres de la frente larga, uno de los cuales, no diré quién, le había
dicho a Michael Knight a lo largo de la noche: “Si hay crónica, lloro”.
Llora, Tomás, porque no estaban
muertos. Estaban de parranda.
TOMAPEDAZODECRONICA!!! Luego ya me la leo que estoy reunido
ResponderEliminarMiguelIN de nuevo. Sí señor! Aunque tendrá que darle continuidad a esto de los karts, para ir perfilando conducción y lápiz, si quiere unas lagrimitas. Dejémoslo en... emotivo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, un placer volver a encontrarle en pista...
Quien sabe si el amigo de R.V. te hubiera regalado una VTC. Ya te dije que esa rebe-kita causaba furor.
Oleeeee
ResponderEliminarOtra día más
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